Se inaugurará el 14 de junio, cuando se cumplan 25 años de la muerte del autor.
Por JULIO ALGAÑARAZ
Venecia Enviado Especial
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“La vida en este mundo es como el laberinto, porque nunca sabemos dónde nuestra vida irá”. Aunque ya no vendrá con la vida, el 14 de junio, al cumplirse 25 años de la muerte de Jorge Luis Borges en Ginebra, el escritor tendrá su laberinto en Venecia.
Será un acontecimiento cultural mundial, por el escenario elegido – la Fundación Cini en la isla de San Giorgio, que es con la Bienal el otro gran faro de la cultura cosmopolita de Venecia –, y por la calidad del evento que están preparando en el claustro – jardín que fuera el huerto medicinal de los monjes benedictinos, habitantes de la isla desde hace mil años. Y cinco premios Nobel estarán presentes.
Borges usa el símbolo del laberinto para enseñarnos el universo completo y confundido, decirnos que no podremos escaparnos del laberinto que rige nuestras vidas, como escribió en “El Etnógrafo”: “Este es el laberinto de Creta. Este es el laberinto de Creta cuyo centro fue el Minotauro que Dante imaginó como un toro con cabeza de hombre y en cuya red de piedra se perdieron tantas generaciones, como María Kodama y yo nos perdimos”.
María Kodama, la viuda de Borges, custodia de su patrimonio literario y su figura, leerá “El poema de los dones” en el evento inaugural del laberinto borgiano, que Clarín visitó esta semana entre una nube de operarios y técnicos que están terminando de construirlo.
Los vericuetos de su realización también son laberínticos. El jardín fue diseñado por el arquitecto Randoll Coate, quién lo donó a María Kodama Borges, presidente de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. María Kodama, a su vez, cedió el derecho de construir el Jardín en la isla de San Giorgio a la Fundación Giorgio Cini.
Amigo de Borges, el inglés Randoll Coate, muerto a los 96 años hace cinco, vio realizado en 2003 su proyecto en la Argentina, en la estancia “Las Acacias” de San Rafael, Mendoza, y ese laberinto será iluminado el 14, simultáneamente con su par de Venecia.
María Kodama quiso realizar este proyecto frente a la Biblioteca Nacional en Buenos Aires, pero no fue posible y nadie lo ha explicado. Laberintos burocráticos mezclados con rencores profundos, tal vez. Lamentable.