El primer hallazgo tuvo lugar casualmente en 1974 por un grupo de campesinos en las afueras de Xian
MANUEL DE LA FUENTE | MADRID
Aquellos campesinos que en marzo de 1974 buscaban agua en las cercanías de Xian no podían pensar, ni siquiera imaginar, que habían dado con los primeros indicios de uno de los grandes hallazgos arqueológicos de la Historia. Aquellos hombres no podían dar crédito ante lo que iba apareciendo ante sus atónitos ojos: todo un ejército en formación de combate, más de siete mil militares en orden de batalla, mil trescientas cabalgaduras y cientos de carros de guerra todos ellos labrados en terracota y perfectamente preparados para la acción en el otro mundo. Eran y son los llamados guerreros de Xian, a cuyos descubridores y conservadores se galardonó ayer con el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.
Esta mesnada milenaria fue enterrada para dar escolta al llamado primer emperador de China, Qin Shi Huang, que gobernó el país asiático hace dos mil doscientos años y que fue también el artífice de la Muralla China. En concreto, se cree que las figuras fueron sepultadas junto a sus restos alrededor del año 206 antes de Cristo. Este impresionante reclutamiento, esta inverosímil leva, fue comenzada por Qin cuando apenas contaba 13 años de edad, y se la encargó, nada más y nada menos, que a cerca de quince mil artesanos que se pusieron manos a la obra durante décadas.
Según las creencias religiosas de la época, se pensaba que en la vida de ultratumba, el poder del Emperador no sufriría merma si seguía manteniendo bajo sus órdenes un ejército bien pertrechado y numeroso como el que le acompañó al dejar este mundo.
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