jueves, 20 de mayo de 2010

Bilbao retoma el almacén fantasma · ELPAÍS.com « ArquitecturaS

PARIS - FEBRUARY 08: Philippe Stark poses with her Globe de Cristal after being awarded at Le Lido on February 8, 2010 in Paris, France. (Photo by Julien M. Hekimian/Getty Images)



REPORTAJE: Diseño

Philippe Starck inaugura una radical intervención en la Alhóndiga que remite al ‘efecto Guggenheim’
ANATXU ZABALBEASCOA – Bilbao
Personas frente a edificios. Así ha planteado Philippe Starck su radical intervención en la Alhóndiga bilbaína, el antiguo almacén de vinos y aceites de la ciudad. Esto es Bilbao y aunque el edificio fuera una manzana muerta durante casi tres décadas hoy vuelve a ser el centro del mundo. El almacén fantasma ha sido conquistado por los ciudadanos. Y anuncia una nueva época: si el Guggenheim trajo turistas (615.545 el año pasado), la Alhóndiga está pensada para el disfrute de los bilbaínos.
Fue la bibliotecaria Marián Egaña, consejera delegada del proyecto, quien ideó este centro para cultura y salud de acceso público en el corazón de la ciudad. Con los últimos recortes, esa vocación social podría parecer un vestigio del pasado. En realidad es futurista. Tiende un puente entre el civismo de la plaza pública romana y el espacio para animar un ocio no comercial en el siglo XXI. Lo de no comercial merece la pena aclararlo porque, aunque en las termas romanas sí cupieran los vendedores, la Alhóndiga está pensada para que cualquier visitante pueda enriquecerse todo menos el bolsillo.
Exposiciones, piscinas con luz natural, solarium de 3.000 metros cuadrados, cines de arte y ensayo, mediateca, restaurantes, un enorme gimnasio y solo una tienda de recuerdos ocupan el interior del antiguo almacén. Arquitectónicamente, por mucho que Starck se haya mostrado contenido y por mucho que la prioridad sean ahora los ciudadanos, el modelo remite al Guggenheim.

Tras ser rechazada por Gehry como primera ubicación para el propio Guggenheim y declarada posteriormente bien de interés cultural en 1999, la Alhóndiga resultaba intocable. Con un inmueble así ¿a quién encargar la reforma de 43.000 metros cuadrados por 75 millones de euros? Al mejor interiorista del mundo. Por lo menos al más famoso. El resultado ha sido certero. Donde el Guggenheim ofrecía espectáculo, la Alhóndiga ofrece sorpresas. Una detrás de otra. Se vació el fortín del arquitecto Bastida y se instalaron dentro tres cubos de ladrillo agujereados por arcadas y soportados por columnas que imprimen al conjunto un aire metafísico, rossiano, como de pintura de Giorgio de Chirico.


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